El 3 de agosto de 1906 circuló el primer
tren entre Peñarroya y Pozoblanco. Tal vez, el lugar más importante, desde el
punto de vista económico, del trazado, era la explotación minera de galena y
blenda denominada “El Soldado”. Los romanos ya habían descubierto y explotado
todos los filones existentes, en el siglo I a.C. Según el geólogo Antonio María
Cabrera Calero, la historia reciente de estas minas se divide en cuatro
periodos. El primero, durante la segunda mitad del siglo XIX, consistió en la
refundición de los escóriales que siglos antes se habían generado durante el
dominio romano. La segunda etapa comienza en 1890 con la llegada de muchas
compañías que iniciaron un gran número de pozos. La tercera etapa está
caracterizada por el dominio de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya,
la cual sustituyó la tecnología de vapor por la eléctrica. En febrero de 1933
se produjo el cierre del último pozo de El Soldado. Por último, la cuarta
época, hasta fechas recientes, consistió en el relavado de las escombreras de
la cercana explotación de las Morras del Cuzna. Para más información y
detalles, recomiendo ver la conferencia impartida por Antonio María Cabrera
Calero sobre este tema, a través del siguiente enlace:
Ya nadie espera la llegada del tren a la
estación de El Soldado. Así comienza el reportaje emitido en un conocido
programa de televisión sobre parapsicología, dedicado a las minas de El
Soldado. En estos temas, se puede creer, no creer o las dos cosas a la vez. A mi
entender, es como la religión. Cada uno lo vive a su manera. No obstante, este
documento me parece interesante para todo aquel que le atraiga la historia de
la minería y el ferrocarril en esta parte del Valle de los Pedroches. Además se
muestra como, en un mismo entorno, conviven vestigios mineros e industriales de
los dos últimos siglos, con leyendas e historias de la Edad Media. Me refiero
al Castillo del Cuzna, construido en el siglo VIII y conquistado en 1237 por
Fernando III el Santo. En la actualidad se encuentra en un estado ruinoso, como
lamentablemente ocurre con gran parte del patrimonio medieval español.
Invito a ver el reportaje y que cada uno
saque sus propias conclusiones, fundadas en sus propias vivencias o convicciones.
No obstante, creo que todos coincidimos en la valoración sobre las duras
condiciones de trabajo de aquellos mineros y el ambiente social en el que tuvieron
que vivir.