Una de mis pasiones es el mundo del ferrocarril. Intento evocar e investigar su pasado y cuando puedo disfruto de su presente. Mi madre es natural de Peñarroya y los veranos de mi infancia transcurrieron por sus calles y campos, a la sombra de las ruinas de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya y cautivado por su mitología.

viernes, 20 de julio de 2012

¡Manos a la obra!


     En la actual situación, aunque no haya recursos económicos ni intenciones por parte de las administraciones públicas respecto a la conservación y restauración de nuestro patrimonio industrial, considero que se puede hacer mucho. De momento, pensar e imaginar es gratis y libre. Además, cuento con la ayuda de un bonito entramado de semiconductores; el ordenador.



      Por fin, ayer terminé mis exámenes. Estoy muy cerca de titularme como ingeniero técnico industrial. Mientras tanto, ya puedo volver a dedicar horas en la investigación sobre el pasado de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya e ir reconstruyendo sus instalaciones, de forma virtual. Mi trabajo se va a concretar, principalmente, en la vieja estación de vía estrecha de Peñarroya y su depósito de locomotoras. Milagrosamente, el edificio de viajeros y muelle de mercancías  siguen en pie y con un estado más que aceptable, si lo comparamos con edificaciones contemporáneas, que han acabado quemadas o como si hubiesen sido blancos del vuelo en picado de un avión Stuka de la Luftwaffe. En cambio, el depósito de locomotoras está en un estado más que lamentable. No obstante, considero que aún es  recuperable y con la ayuda de planos y fotografías, voy a demostrar que es así.



  




  


     Estas instalaciones fueron el centro operativo del ferrocarril de vía métrica de Peñarroya a Puertollano y Fuente del Arco. Cuando se inauguró el primer tramo, entre Peñarroya y Fuente del Arco, supuso la conexión “casi” directa entre Peñarroya y el Puerto de Sevilla, con el fin de dar salida marítima e internacional a los lingotes de plomo fundidos en el Cerco. Me remito al artículo que en su día escribió Jerónimo López Mohedano y que protagonizó la primera entrada del presente blog.


La “ocupación” de la que es objeto este lugar, dificulta mi trabajo, planteándome interesantes retos técnicos. No solo no puedo acercarme hasta sus muros, sino que además, yo y cualquiera, nos exponemos a la mordedura de cánidos de cierta envergadura. Recuerdo que este lugar, en la actualidad, es propiedad del Excelentísimo Ayuntamiento de Peñarroya-Pueblonuevo y por tanto, de su población. No de una serie de particulares que lo usan para guardar ganado o coches viejos.










     Necesito tomarme unos días de descanso. Pero mientras tanto, como me conozco, iré planteando en mi cabeza como organizar el trabajo. Y tras mi merecido retiro: ¡manos a la obra! 

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