Una de mis pasiones es el mundo del ferrocarril. Intento evocar e investigar su pasado y cuando puedo disfruto de su presente. Mi madre es natural de Peñarroya y los veranos de mi infancia transcurrieron por sus calles y campos, a la sombra de las ruinas de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya y cautivado por su mitología.

viernes, 3 de febrero de 2012

LA ESTACIÓN DEL TERRIBLE


     En mi caso se cumplía aquello de que las bicicletas son para el verano. Creo recordar que en la misma época en que conocí a Jerónimo López Mohedano, descubrí también la estación de Pueblonuevo del Terrible, de la desaparecida línea de vía métrica Peñarroya a Puertollano y Fuente del Arco.
    Una tarde, volviendo del Llano en el coche de mi tía, me llamó la atención una casa en la Avenida, con cierto aire ferroviario. En ese momento, mi madre me contó que en aquel punto estuvo un paso a nivel de la vía estrecha. Ya me habían contado que por Pueblonuevo existía una antigua estación sin vías. Así que lo vi claro. A la mañana siguiente, agarré la bicicleta que había en la casa de mis abuelos y emprendí la expedición. Al llegar al paso a nivel de la Avenida, giré hacia la izquierda, subiendo la calle, que por dimensiones daba la impresión de haber sido la base de una vía de ferrocarril. El pedalear mereció la pena, cuando enfilé la recta que al fondo mostraba una estación monísima, son su muelle de mercancías y todo. Además, había otra caseta de paso a nivel, de las mismas características que la anterior y que tantas otras que fui descubriendo con los años por el Valle del Guadiato, los Pedroches y Alcudia.
     Por suerte, me había llevado, además de agua, la cámara de fotos de mi tía Carmen. Nunca dejaré de agradecerme a mí mismo aquel detalle. Aunque no son fotografías buenas, las tengo mucho cariño.
     Aquel fue mi primer paso en la exploración del patrimonio ferroviario, cruelmente abandonado, de Peñarroya.



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