Ayer
se dio un paso decisivo por parte de la administración hacia la protección y
puesta en valor del Cerco Industrial de Peñarroya-Pueblonuevo. El Consejo de
Gobierno de Andalucía aprobó la inscripción de este histórico complejo en el
Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural
con la categoría del Lugar de Interés Industrial. Además se incluyen en el
catálogo algunos edificios localizados en el casco urbano, instalaciones
ferroviarias y mineras.
Foto de Rubén Cañamaque
Foto de Pedro Calzado
Foto de Rubén Cañamaque
Foto de Inma Ruíz
Foto de Roberto García
El
Cerco ocupa cerca de medio millón de metros cuadrados y en él se ubican la
antigua fundición de plomo, central eléctrica y restos de múltiples fábricas y
talleres. Además de 9 chimeneas que se mantienen en pie y que fueron encendidas
el pasado día 9 de diciembre para celebrar el día del Cerco. El acto fue organizado
por los miembros de La Maquinilla, junto con la imprescindible colaboración de
miembros del Cuerpo de Bomberos y Protección Civil, además de otros entes
públicos.
Insisto
en que a pesar de las pérdidas sufridas, aún hay mucho por recuperar y
reutilizar. Todavía quedan edificaciones en pie como la fundición de plomo o
las dos estaciones de ferrocarril. Y respecto a las que no, sus restos
inmuebles dan testimonio de la historia desarrollada en este lugar de la provincia
de Córdoba. Igual que muchos antiguos castros celtas, villas romanas o
castillos medievales, a pesar de su deterioro, el Cerco es un patrimonio que
merece ir siendo rescatado del olvido poco a poco. Y que con un mínimo de buena
gestión y fe, puede ser una enorme oportunidad de futuro. Al igual que hay
público que viaja a Rio Tinto, Almadén o Utrillas, ¿por qué no iba a haberlo
para visitar este singular espacio industrial localizado a menos de una hora en
coche desde la capital califal? Experiencia que se podría ver complementada con
un tour por el Barrio Francés, visita a alguna de las ya clausuradas
explotaciones mineras y degustación de las delicias culinarias del Valle del
Guadiato. Y muchas más cosas. Porque el Cerco no sólo es Peñarroya-Pueblonuevo.
También es Belmez, Fuente Obejuna y otras tantas villas y pedanías. Es hora de
resucitar el espíritu emprendedor que sembró, justamente en este lugar, un
grupo de franceses en el siglo XIX. Gabachos (y lo digo con cariño) que vieron
la oportunidad en emplear el carbón del Valle del Guadiato para convertirlo en
coque en unos primitivos hornos instalados en torno a la mítica mina La
Terrible. Combustible que sirvió para fundir el plomo extraído de no muy lejanas
tierras para luego venderlo dentro y fuera de España. Instalaciones
industriales que fueron creciendo y modernizándose, dando paso a otras
tecnologías como la generación de energía eléctrica, fabricación de ácido
sulfúrico y otras sustancias químicas empleadas como fertilizantes y pesticidas.
Un espíritu de auténtico aprovechamiento al máximo de los recursos disponibles.
Pero aquél espíritu estuvo empañado por las sombras de la colonización
económica, la explotación obrera y agresión al medio ambiente. En cambio,
ahora, estamos ante la oportunidad de tomar el relevo y la autonomía patria para
fomentar el empleo, la educación ciudadana y el uso sostenible de este enorme
legado. Hay mucho trabajo por delante. Algo que hay que celebrar.
Fotografía coloreada del Cerco en su momento de mayor esplendor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario